Séptimo espacio excepcional de Bretaña, las landas de Monteneuf presentan un patrimonio arqueológico y natural encantador. Entre las aliagas y los brezos, los menhires de Monteneuf se remontan a los orígenes de nuestra historia. Cerca del bosque de Paimpont, presentan unos paisajes aún más cautivadores.
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Descubrir Las landas y los Menhires de Monteneuf
Los hombres del Neolítico no esperaron a Obélix para tallar y alinear los menhires (nombre bretón de las piedras erguidas). Entre 4500 y 3000 años antes de J.C. los primeros agricultores de nuestra civilización plantaron más de 420 megalitos en las landas de la región de Brocéliande. Extraídos del esquisto púrpura y cubiertos de líquenes, los monolitos forman siete filas con orientación este-oeste. Se alzan en claros rodeados de aliagas y hierba corta. A solo unos pasos se pueden encontrar los dólmenes (piedras tumbadas) y los caminos cubiertos escondidos al pie de los árboles. Pasearse libremente entre estos gigantes inmóviles destila una emoción fantástica.
En directo desde hace miles de años
Sobre las 7,5 ha de la zona de los Menhires de Monteneuf, un menhir que está en proceso de extracción revela numerosos indicios de las ingeniosas técnicas imaginadas por aquellos valientes ancestros. Para poder apreciar este descubrimiento, algunas recreaciones permiten aprender a levantar menhires. ¡Tanto los forzudos como los que no lo son, serán bien recibidos! También hay talleres en los que se desvelan los secretos para encender un fuego de forma prehistórica, construir un túmulo o un hábitat neolítico. ¡Una formidable inmersión en los primeros pueblos de nuestra era!
Tras los pasos de los “korrigans” y de los caballeros legendarios
En forma de estrella alrededor de los bloques de piedra, hay caminos señalizados que se adentran en el bosque y cruzan, en ocasiones, alguna vía romana. Se adentran en el mundo insólito de los cuentos y las leyendas de Brocéliande. La realidad y la imaginación se confunden en las proximidades del paso cubierto de La Morinais, del dolmen de la Casa encontrada o alrededor del estanque de Caperucita roja. Circuitos de 1,5 a 15 km siguen los afloramientos de la roca que corta el suelo recubierto de hierba. No te sorprendas si un duende gracioso, un “korrigan”, te acompaña porque estás en su territorio.
¿Lo sabías?
Menhires que no siempre han estado de pie
Los megalitos de Monteneuf no siempre han apuntado hacia el cielo. La iglesia en el 1000 hizo tumbar esos menhires por considerarlos demasiado paganos, ya que no tenían un origen bíblico. No fue hasta la década de 1980 cuando unos arqueólogos consiguieron enderezar las piedras.
¡Tesoros naturales a la vista!
Entre una bruma legendaria o bajo un sol brillante, las landas presentan aspectos muy variados. Son prados, humedales y pantanos de turba, bosques de árboles perennes y resinosos que componen un verdadero mosaico de gran colorido. Allí florecen 382 especies vegetales, que combinan los reflejos azules de la molinia, los violetas del brezo, los dorados de la aliaga y el blanco del ranúnculo. En este entorno natural, 180 especies de animales se dejan sorprender a veces por los visitantes que están al acecho. Libélulas, martas, salamandras, herrerillos, chotacabras o gavilanes retozan en este entorno protegido. Los paseos guiados invitan a acercarse a los habitantes de esta campiña. Uniendo la palabra a la marcha, podrás recorrer el sendero sonoro que hace hablar a la hierba y a los árboles, al final de la landa.