La ruta de los recintos parroquiales ofrece una visión muy original del catolicismo siguiendo el valle del Elorn. En un calvario, una tribuna o un arco triunfal se mezclan la religión y las leyendas bretonas dando lugar a espectaculares construcciones. Déjate sorprender por estas obras maestras.
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Descubrir Los recintos parroquiales
Los recintos parroquiales compiten en grandeza entre la bahía de Morlaix y la ensenada de Brest. Estos recintos son típicos de los burgos bretones y reúnen en un espacio cerrado un osario, un calvario ornamentado con personajes, una capilla y una puerta triunfal. Las escenas cinceladas en la piedra unen el mundo de los vivos con el reino celestial. Estos espléndidos monumentos (ss. XV-XVII) loaban tanto el fervor regional como la prosperidad de la manufactura textil y los puertos de antaño.
Bonita competición de campanarios
Son las estrellas del circuito, que rivalizan en belleza: Saint-Thégonnec, Guimiliau y Lampaul-Guimiliau. Saint-Thégonnec acumula riquezas ornamentales que rozan la ostentación: calvario de triple cruz, pináculos sobre la iglesia, púlpito trabajado… Toda la opulencia generada por el trabajo del lino se expresa por doquier desde las escalinatas de la entrada hasta la punta del campanario. Guimiliau se caracteriza por su impresionante calvario. Más de doscientos personajes interpretan escenas legendarias y religiosas con gran dinamismo y expresividad. Son como historias narradas en 3D. En el pórtico de la iglesia, una galería de apóstoles saluda al visitante. El recinto de Lampaul-Guimiliau es aparentemente más discreto, aunque es muy famoso por su pórtico de la gloria compuesto de un friso policromado esculpido en tres caras y seis retablos que son auténticos libros ilustrados.
¿Lo sabías?
¿Por qué ese castigo?
En Guimiliau y Plougastel-Daoulas, el personaje de Katell Gollet está ensartado por el diablo y evoca la leyenda de «Caterina, la Perdida», una joven de poca virtud, que robó la sagrada forma para entregársela a su amante.
¡A cada cual su tesoro!
Junto a los recintos parroquiales más suntuosos, conviven algunos lugares que bien merecen una mirada. La Roche-Maurice impresiona por su colorida tribuna con una extraordinaria profusión de personajes y animales exóticos. El encaje de bolillos de piedra de su campanario se alza a 60 m. El Martirio es el recinto parroquial más antiguo de Léon, con una rica fachada cubierta de motivos que evocan la muerte. Por orgullo, Pleyben mandó que se construyeran dos torres en su iglesia.