En este lugar el Finistère justifica plenamente su nombre: el fin de la tierra se celebra con un desfile de cabos y promontorios que se encaran con el mar. Este litoral culmina en las míticas puntas del Raz y del Van. Tras las vastas extensiones marinas, las tierras interiores presentan un aspecto distendido.
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Descubrir El Cabo Sizun y la punta del Raz
Declarada como “Gran Lugar de Francia”, la punta del Raz se eleva a unos 70 metros de altura. Esculpida por el océano y los vientos, solo por ella ya merece la pena viajar a la región. Frente a ella, el faro cuadrado del islote de la Vieille, encendido en 1887, fue automatizado en 1995. Más allá de las rocas indómitas y del mar esmeralda, el panorama sobre el horizonte marino permite admirar la isla de Sein y, si el cielo está despejado, el faro de Ar Men.
De camino hacia nuevas emociones
Una casa blanca sobre los brezos, una capilla adornada con líquenes, un puerto “de bolsillo” al pie del granito: a lo largo de los acantilados, los senderos protegidos te reservan algunas sorpresas. Recomendamos dar un paseo para saborear el alma agitada de la Punta del Raz. El Cabo-Sizun, la punta del Millier,la punta de Beuzecy la punta de Brézellec son también lugares de paseo excepcionales, con vistas sobre el Cabo de la Cabra. Los amantes de las sensaciones fuertes se aventuran hasta la vertiente norte, en el Infierno de Plogoff, donde la legendaria princesa Dahut se deshacía de sus amantes. Un estrecho promontorio domina sobre las olas. ¡Solamente hay rocas verticales! Hay playas de arena fina en las que se puede hacer una parada y la Bahía de los Trépassés en la que se reúnen los aficionados a los deportes de deslizamiento.
Unos paisajes que dan alas
El cabo es también el hábitat de numerosas aves, entre las cuales se encuentra la famosa gaviota reidora. Protegida desde 1996, la Punta del Raz conserva el ecosistema de estas especies. Y aún más importante: no dejes de visitar la reserva ornitológica del Cabo Sizun. En una costa grandiosa, sembrada de islotes, podrás observar las gaviotas tridáctilas, los guillemotes o los petreles fulmares desde el sendero. Para que disfrutes de una vista de águila, se han colocado catalejos y te pueden prestar unos prismáticos a la entrada.
¿Lo sabías?
¿Quieres visitar promontorios irreductibles?
Castel-Coz, en la punta de Beuzec, posee un raro espolón fortificado de la época de los galos. Solo quedan vestigios de las fortificaciones, como unos muros de defensa frente al océano. Muy cerca, en Castel-Meur, podemos contemplar otro oppidum o muro de defensa.
¡Es súper agradable!
¿Te apetece ir al campo y encontrarte con la gente? En los cruces de las pequeñas carreteras, unas aldeas agrupan unas cuantas casas antiguas alrededor de una casa solariega o de un molino. En la ribera del Goyen, Pont-Croix ha conservado un bonito patrimonio medieval, perpetuado por las ferias florecientes. Una parada agradable en un pueblo con personalidad.