Locronan ha entrado en los exclusivos clubes de los «Pequeños Pueblos con Carácter» y «los Pueblos más bonitos de Francia» con argumentos contundentes. No te costará encontrar las razones cuando camines a pie por la plaza central y admires sus maravillosas casas y su pozo.
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Descubrir Locronan
Los celtas eligieron este lugar para crear un nemeton: un recorrido sagrado jalonado de estaciones que simbolizan los meses del año. En el siglo XI, san Ronan cristianizó el asentamiento y fundó la ciudad. Locronan ganó en riqueza y belleza a partir del siglo XIV, gracias al textil para velas. El comercio establecido con todas las grandes flotas creó fortunas y armoniosas casas de granito. Las fachadas permanecen fieles a sus origines.
La felicidad está en los adoquines
En verano, la ciudad se entrega al visitante con la primera luz de la mañana, capaz de dorar sus antiguas piedras. Elegantes casas con refinados tragaluces esculpidos rodean la plaza. La Iglesia de Saint-Ronan y la capilla anexa de Pénity forman una fachada única pero con dos tipos de gárgolas. En la nave, el coro y la vidriera principal se ilustran diversos episodios religiosos. Las calles circundantes también están bordeadas de edificios realmente elegantes. Para conservar la autenticidad del centro histórico, se ha prohibido la circulación de coches y los carteles de las tiendas son tradicionales. Entre ellas, destacan las panaderías que preparan deliciosos pasteles kouing-Amann.
La próxima gran Troménie es en 2019
El culto a San Ronan organiza una romería anual (la Troménie), que sigue el circuito de sus meditaciones. La Gran Troménie se celebra cada 6 años, en julio: estandartes coloridos, trajes tradicionales de color azul y dorados y multitud de devotos que avanzan en procesión a lo largo de 12 km.
¿Lo sabías?
¿Y al lado?
La Montaña de Locronan culmina a 289 m, una altura suficiente para gozar de vistas panorámicas increíbles de la bahía de Douarnenez y la península de Crozon. A sus pies, Sainte-Anne-la-Palud extiende sus dunas.
Un festival que enamora
Las actividades paganas también ponen de manifiesto la belleza intacta de la ciudad. Se han rodado varias películas en este escenario único: Tess, de Roman Polanski, Chouans, de Philippe de Broca, Largo domingo de noviazgo, de Jean-Pierre Jeunet… Los cineastas (y los espectadores) aprecian este escenario 100 % natural.