Fabulosas escapadas entre casas rústicas y «piedras en pie»
La pequeña península de Névez ocupa un hermoso lugar entre Pont-Aven y Concarneau. Este coqueto rincón del sur de Finistère esconde sorprendentes viviendas y «piedras en pie» (losas verticales), playas paradisiacas, deliciosas calas y puertos acurrucados al fondo de las rías. ¡Un verdadero cambio de aires al alcance de la mano!
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Descubrir Névez, desde Port-Manec’h hasta Raguénez
Granito cubierto de paja o pizarra, postigos azules, hortensias… son las pintorescas casas con tejado de chamizo bretonas. Las de Kerascoët y Kercanic tienen una peculiaridad: están construidas con losas verticales, los famosos mein zao. Para levantar muros y cercados, los talladores de piedra de principios del siglo XX extrajeron grandes losas de las canteras vecinas, accesibles con marea baja. Clavadas en la tierra, las placas de granito levantan muros de aspecto distinguido. Esta peculiar arquitectura se nos muestra en cada rincón del camino.
Puertos y tesoros entre mar y tierra
No lejos de las casas con tejados de chamizo, entrelazados por pequeñas carreteras o por el GR 34, encontramos puertos, molinos y manantiales escondidos en refugios de vegetación. Instalado sobre el agua, un molino de mar del siglo XV remata la belleza del paraje de Hénan. En la orilla oeste del Aven, los botes de colores del puerto de Kerdruc descansan sobre la roca. Al amanecer y al caer la tarde, la apacible luz del sol juguetea entre barcas, veleros y barcos de pesca. Justo enfrente, Rosbras rivaliza en encanto y ¡puede alcanzarse a pie o en stand-up paddle!
Un baño en el Tahití de Cornualles
Al borde del océano, el paisaje hace gala de una intensa calma ¡que raya en exotismo! De ahí que los lugareños hayan bautizado a la playa de Raguenez con el nombre de Tahití, por sus aguas color turquesa y su extensión de fina arena blanca. La ensenada de Rospico, con sus arrecifes rocosos que cobijan una playa de arena, luce un aspecto más típico del lugar. En este refugio de colores azul, blanco y verde reina una paz natural. En Port Manech, las casetas de baño recuerdan a la Belle Epoque.
¿Lo sabías?
Una isla con el acceso reservado
La isla que se encuentra frente al puerto de Raguenez, y que lleva su mismo nombre, es una isla privada, aunque sus propietarios permiten visitarla cuando es accesible en marea baja. Su playa en bajamar la aprecian especialmente los pescadores a pie para el marisqueo.
Placeres de todos los colores
Todos estos lugares, parajes a menudo ocultos, se pueden disfrutar siguiendo rutas de senderismo señalizadas. Caminar por el sendero de los aduaneros o por el río es la mejor forma de disfrutar del patrimonio desde una óptica sin igual. Caminos que circunvalan el dorado de las aliagas, el malva del brezo y el azul del mar, te llevan al encuentro de una isla, de una ensenada pintada por Gauguin, de un huerto, de un tarro blanco… pero también de un ostricultor o una agradable terraza al pie de la arena.