¡Ya han llegado las vacaciones! La Bretaña es una región ideal para visitar y disfrutar de la naturaleza en familia. ¿Qué hacer, qué ver, dónde dormir? Aquí te damos algunas pistas para disfrutar al máximo de momentos de complicidad.
Las playas bretonas, con paisajes que cambian al son de las mareas, son las estrellas indiscutibles de las vacaciones familiares. ¡Las reinas del chapuzón! Te presentamos las más recónditas, de aguas cristalinas, aunténticas joyas de la naturaleza: la cala de Rospico, en Névez, la playa de Trois Fontaines, en Arzon, la cala de Pissot, en Val-André. Construir castillos, saltar las olas, escalar por las rocas… Y, en marea baja, ir a la caza de cangrejos y conchas marinas nacaradas. Una red, un par de botas y listos para un inolvidable día de pesca a pie acompañados por un guía de la oficina de turismo local. ¡Momentos entrañables para saborear acompañados de deliciosas crepes de mantequilla salada!
Para pasar un buen rato en el agua tienes dos opciones:
Un curso náutico: surf, vela, catamarán… Durante dos horas, los niños se divierten y los abuelos descansan. ¡Y todos contentos!
Una jornada a bordo de un antiguo velero. Una apasionante excursión por el mar: izamos la vela mayor, contemplamos el paisaje y sacamos los prismáticos. Con un poco de suerte, podremos ver la maravillosa fauna local: aves, delfines, focas… Profesionales apasionados acompañan y educan a los participantes en el respeto del medio ambiente. ¡Atesorarás unos recuerdos imborrables!
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3. La llamada del bosque
¡Bretaña es un paraíso forestal! Pasea por sus bosques y aprende a reconocer todo tipo de setas. Elige hojas y piñas para componer un precioso herbario. En Brocelianda, el paseo se vuelve mágico tras los pasos de elfos y korrigans. El asombroso itinerario-espectáculo de La Porte des Secrets nos sumerge a todos en la infancia. La imaginación sobrevuela las rocas de Huelgoat y el río Argent, desentierra tesoros en el bosque de Quénécan, da vida a los dólmenes del bosque de Fougères… ¡e inunda de poesía los sueños más bellos!
¿Quién no ha disfrutado de las noches de verano, tumbado y contemplando el cielo estrellado? Bretaña se caracteriza por sus fabulosos atardeceres. Después de este festival cromático, quédate despierto para observar las estrellas en el firmamento. Los Montes de Arrée o las islas son lugares con poca contaminación lumínica ideales para disfrutar del espectáculo. Pero, si estás en la ciudad, también puedes verlo simplemente alejándote de la luz. Estrellas, constelaciones, estrellas fugaces… ¡el cielo en Bretaña es un espectáculo astronómico! Y, si llueve, ¡no te pierdas el Planetario al día siguiente!
5. Descubrir los sabores y las tradiciones locales
En Bretaña, los ancianos tienen un sinfín de lugares y situaciones para compartir sus pasiones con los más jóvenes. Transmitir secretos culinarios puede comenzar por un paseo gastronómico por los mercados, ideal para disfrutar de los sabores locales. Allí encontrarás todo lo necesario para preparar a 4, 6 u 8 manos una apetitosa comida elaborada con productos frescos del mar o un delicioso bizcocho. ¿La tribu quiere más? ¡En marcha para la visita! Carabreizh propone un recorrido gastronómico y lúdico de 30 minutos donde podrás descubrir los secretos de fabricación de los tradicionales caramelos de mantequilla salada, caramelos de fruta, conservas, galletas… Hasta alcanzar el Grial: ¡la degustación!
6. Comer y dormir: lugares especialmente pensados para familias
Este año se ha impuesto comer al aire libre: ¡estamos de enhorabuena! En Bretaña, abundan las terrazas y mesas para disfrutar de picnics y bocadillos junto a un lago, al pie de un faro o frente al mar. En cuanto la restauración vuelva a abrir sus puertas al público, apuesta por los restaurantes para ir en familia. Y, si quieres un ambiente de lo más entrañable, ¡nada como una buena crepería! Con suplemento de nata, doble o completa: ¡la alegría está en la crepe! En cuanto a los alojamientos, los clasificados como familiares cuentan con espacios y mobiliario específicamente adaptados: en una yurta, una cabaña, un hotel tranquilo, un complejo vacacional o un camping… ¡la garantía de unas vacaciones felices y sin sobresaltos en familia!
La casa de vacaciones es un lugar donde se comparten preciosos momentos que quedarán por siempre grabados en nuestro corazón. Y este año, más que nunca, queremos reencontrarnos con nuestros seres queridos. Te sugerimos 2 fantásticas ideas de alquiler: la primera, en la exclusiva Île à Bois, en el estuario de Trieux, frente a Bréhat. Conectada al continente por un dique, es un pequeño paraíso: una casa elegante y acogedora con capacidad para 16 personas con escaleras que dan acceso directo a la playa. La otra, Le Manoir de Rulianec, una villa encaramada en la península de Crozon. ¡Desde las rocas podrás contemplar una impresionante panorámica de la bahía de Douarnenez! En el interior, capacidad para 15 personas y una decoración con tonos alegres que combina el espíritu contemporáneo, con chimeneas de piedra y muebles patinados. Y tú, ¿dónde alquilas este año?