
Cuando cruzamos el umbral de la posada Les Filles en bottes, en Saint-Georges-de-Reintembault, Louise Lefebvre y Lénaïck Geffroy nos reciben con la mejor de sus sonrisas y la música ambiente de una playlist selecta. Paredes de piedra, mobiliario multicolor, cocina abierta… aquí la palabra posada cobra todo su sentido.
Los frascos de hortalizas fermentadas adornan los estantes de la cocina como vestigios del pasado: vinagre de saúco, melocotones, encurtidos… A principios de marzo, el sol inunda el comedor rústico a la vez que elegante. Louise Lefebvre nos enseña dos pequeñas salas para saber donde queremos sentarnos, mientras que Lénaïck Geffroy se pone manos a la obra con los panes pita en la cocina. Nos decidimos por la sala con la cocina abierta para no interrumpir la siesta al calor de la estufa de Paco, el perro, en la otra estancia.
Lo que llama la atención en este lugar situado en el norte de Fougères es la armonía entre la decoración y las personas que lo habitan. Cualquiera diría que la posada está abierta solo desde el verano pasado. Estas dos treintañeras reconvertidas han transformado esta casa típica en una posada a su imagen y semejanza: sencilla, cálida y generosa. Para ellas, originarias de la región Norte, la Bretaña era la elección más obvia. «Mi padre es de Trégastel, en Côtes d’Armor, tengo un nombre bretón y desde muy joven me he sentido atraída por la Bretaña», comenta Lénaïck. «Además, lo que nos gustaba de este lugar es que es un rincón algo salvaje, un poco como nosotras», añade con una carcajada.