El 6 de noviembre, esta legendaria regata lanzará de nuevo una formidable invitación al gran público: la de la evasión y el asombro frente a una competición que reúne a los barcos más grandes y potentes del mundo, manejados con maestría por navegantes solitarios, auténticos lobos de mar dispuestos a rivalizar entre sí, y cara a cara con el océano… Es entonces cuando los competidores en esta formidable navegación zarparán nuevamente asaltando el Atlántic
Creada en 1978 por Michel Etevenon, la Ruta del Ron-Destino Guadalupe es la reina de las carreras transatlánticas en solitario. Desde hace 44 años, une Saint-Malo en Bretaña con Pointe-à-Pitre en Guadalupe, en el Caribe francés, y reúne en una misma línea de salida a lo mejor de la navegación oceánica. Esta competición que cruza el océano trazando un recorrido de 3542 millas se ha convertido en toda una leyenda y las grandes figuras de la vela, profesionales y aficionados, cada cuatro años se dan cita en ella para vivir la magia del Ron.
Una regata y unos navegantes que han marcado y seguirán marcando la vela oceánica
Decenas de mujeres y hombres han construido la mítica historia de esta regata, gracias a sus relatos sobre el mar, sus proezas deportivas, sus contundentes victorias o sus récords de travesía. Este gran éxito es el legado de la primera edición y su increíble momento final, decidida por una mínima diferencia de 98 segundos entre el pequeño trimarán amarillo de Mike Birch y el gran monocasco azul de Michel Malinovski. La Ruta del Ron ha estado marcada por increíbles hazañas, como la magnífica victoria de la pequeña novia del Atlántico, Florence Arthaud, pero también por grandes dramas, como las trágicas desapariciones de Alain Colas en 1978 o la de Loïc Caradec en 1986.
El récord actual lo ostenta Francis Joyon, último ganador de la edición de 2018, quien consiguió cubrir el recorrido en tan solo 7 días 14 horas 21 minutos y 47 segundos en el mar/
Barcos: 6 categorías para escribir la historia
El domingo 6 de noviembre de 2022, 138 navegantes en solitario zarparán de Saint-Malo. Fiel a su espíritu originario, la Ruta del Ron-Destino Guadalupe dará la bienvenida a todos los veleros de, por lo menos, 39 pies. Contará con seis categorías. Los ULTIM 32/23, los gigantes de los mares, obviamente estarán presentes en Saint-Malo, al igual que los IMOCA con sus patrones trotamundos, los OCEAN FIFTY (antiguo Multi50) o los Class40, todos ellos con tripulaciones que combinan a profesionales y aficionados. A estas categorías que responden a estrictas reglas de clasificación de las embarcaciones, hay que añadir dos más sin las cuales el evento no sería lo que es: los RHUM Multi y los RHUM Mono (multicascos y monocascos). Algunos de ellos provienen incluso de la primera edición, en 1978, como las sisterships del pequeño trimarán amarillo de Mike Birch, el primer ganador. Basta decir que forman parte de la historia de la Ruta del Ron y que llevan en sí la esencia misma de esta regata transatlántica de la libertad, tal y como Michel Etevenon la imaginó en sus orígenes.
La Ruta del Ron – Destino Guadalupe: ¡una gran fiesta popular!
La Ruta del Ron – Destino Guadalupe es también una gran fiesta que reúne a millones de personas en las zonas de entretenimiento en la salida y en la llegada de la regata. Una unión de entusiastas, aficionados o simplemente curiosos que vienen a admirar a estos navegantes extraordinarios. La región de Bretaña y la ciudad corsaria ven a sus marineros preparándose para el asalto al océano, mientras que las regiones de Guadalupe y Pointe-à-Pitre admiran la gesta de haber logrado llegar al otro lado del Atlántico.
Visitar Saint-Malo en invierno es un privilegio. Libre de turistas, la ciudad corsaria alumbra sus calles gracias a la delicada iluminación de unas tiendas decoradas con sumo detalle. Sus fortificaciones, frente al mar, están menos concurridas y permiten disfrutar, sin prisas, de sus suntuosas vistas. En época de grandes mareas, el espectáculo es impresionante. Saint-Malo y su bahía constituyen el escenario ideal para que actúen las más grandes mareas de Europa. Un momento increíble orquestado por la naturaleza. Por las noches, la ciudad se anima con míticos bares como Le café d’en bas de la rue du bout de la ville d’en face le port, una taberna con solera fundada en 1820 en la que uno espera ver entrar a un viejo marinero con su pipa y su gorra. ¡Un auténtico viaje en el tiempo.