De un vistazo
Vive una estancia llena de sabor… ¡a la que no le falta sal! La cosechada en las marismas de Guérande, por ejemplo. Este preciado «oro blanco» se transportaba otrora desde el puerto de Le Croisic a los almacenes de sal de Redon. Haz el mismo viaje, pero a la inversa, siguiendo el tranquilo curso del Vilaine. Por el camino, detente en la pintoresca ciudad de La Roche-Bernard, un antiguo puerto comercial muy floreciente en aquella época. Y no olvides probar la sal de Guérande: ¡sin duda, la mejor!